¡Enamorado!


¡Enamorado!


El hombre, tiene un hermoso privilegio de la vida, las cosas buenas le llegan sin buscarlas, aunque muchas veces pierde cosas buenas por estar ocupado en buscarlas, a cada quién le tienen asignado lo suyo, a su medida y tiempo, no hay error en la naturaleza.


Tú, te encontré sin buscarte, adoré escuchar el sonido de tu presencia, me enamoré del modo inconfundible de tus palabras silenciosas, captando la atención de mis inquietudes, arrasando mi futuro en el presente, prometiendo estar a tu lado por la eternidad, sin dejar pestañear el miedo, disfrutando el momento.


Momento que se explica sin palabras, no se piensa se deja sentir, siendo el sentir el mismo vivir, porque el pensar muerde la realidad que grita de la boca ajena lo pesares de la vida. Sin embargo, la dicha de sentir la fuerza de tu pasión afirma que le destino premia a los que creen y afirman que son dueños de las dulzuras de la vida.


Lo que las palabras no deben explicar, se deben dejar de imaginar, para dejar suspirar el alma, saboreando la melodía de la alegría que rebosa de euforia al encontrar lo que le hacía falta, en el punto exacto, en la ruta indicada, en la víspera de dos almas que andarán por el mismo camino, disfrutando tropezar con las misma piedra, llorando bajo la misma lluvia, cayendo entre el mismo viento, riendo sobre el mismo arcoíris, navegando sobre el mismo el mismo cielo, saltando sobre la misma nube, gritando sobre el mismo charco, tomando del mismo sol, abrazando la misma luna, enojándose con la mismo universo, mientras van disfrutando y quejándose de su compañía, esperando que la aventura sea realmente emocionante, porque en la ruta hallarán buenos filósofos que explican de la vida, sin vivir, oyeran músicos que le suspiran al amor sin sentirla,  verán pintores de cuadros hermosos que distraen ver la belleza de la naturaleza, comerán publicidad por alimentos saludables, en fin, la ruta de dos es hermosa, llena de espinas y fragancias.











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