¡Buen día! Con el alma perdido entre la alegría de la niñez y el abrazo de la montaña, rodeado de encinos minúsculos, hojas secas y polvo seco, siendo tan escasas las malezas que dejan ver la piel de la tierra, rocosa y ardiente, ideal para el bronceado de los reptiles, expuestos a tumbarse en los caminos de los hombres, propiciando batallas de muerte, porque reptiles y hombres al verse se asustan, ante las circunstancias y elementos, optan, por correr o batallar, si la opción es batallar, el reptil borra su cuerpo dejando navegar su imaginación en el infinito. Mañana exuberante, el roció del amanecer se desliza entre las hojas y ramas de las plantas, ocultándose de la sonrisa radiante del sol, para volver a cantar en las noches de luna, mientras que nosotros alistando nuestras herramientas, colgando nuestros lazos en las ramas de encino, observamos el ocas...
Guatemalteco, Maya K'ich'e.