ESPERANZA
Todos nacen para
alcanzar las estrellas,
sin embargo,
solo algunos miran
al cielo.
El camino de Esperanza empieza en
los campos de su pueblo, el lugar más hermoso, el valle más esplendido, abrazado
por el imponente Cuxliquel. Su historia no empieza con penas, más bien, su
pequeño mundo era felicidad, disfrutaba de las riquezas de la vida, el amor de
una familia, el abrazo de las estrellas, el calor del sol, el canto del viento,
la música de las aves y de la pintura de la naturaleza.
Esperanza, gozaba del aprecio y
enseñanzas de sus padres, siendo obediente y humilde, asumiendo su rol de
aprendiz, sin quejarse, solamente disfrutando de la compañía de su madre, quien
le daba consejos y recomendaciones, anhelaba en sus adentros, tener la
satisfacción de guiar y construir una mujer virtuosa, para el privilegio de un
caballero ejemplar.
Una mañana fría de febrero, con los
primeros rayos del sol que atraviesan las ramas de los pinos, se levantó, sin
pensar en nada, solamente cumplir los que haceres de la casa, con la paz que da
la vida sin complejidades, al levantarse, se fue a la pileta, tomo un
recipiente de barro, la lleno de agua y con
la palma de su mano, llevo agua a su rostro, estaba tan fría que tuvo que buscar
el abrazo del sol, para sentir el aroma del calor y empezar el día acompañado
de la dulzura del agua y la vitalidad del sol. Desde la pared de adobe de la
casa, observo el humo que salía del tejado de las casas vecinas, mientras
observaba, oyó la voz de su mamá, quién le indico que se apresura a realizar
sus qué haceres, porque su papá ya iba a regresar de hacer leña, quién se fue a
las cuatro de la mañana, para el bosque para hacer leña, seguramente llegará a
las ocho de la mañana, cansado y con hambre.
Respetuosa, entra en la cocina,
su mamá juntaba el fuego, buscando brasas del día anterior, que aún estaban ardiendo,
gracias que era leña de encino, una especie de árbol de tronco duro, resistente
y de lenta combustión, ideal para cocinar.
Esperanza, sin consultar,
sabiendo sus que haceres diarios, lleva el nixtamal maíz cocido en cal, lo
lleva en un recipiente a la pileta donde lo lava, quitando la cal acumulada
durante la cocción, después lo muele en la piedra de moler, elaborando dos
molidos uno ordinario para atol y uno fino para la tortilla.
Al terminar de moler, aprecia a
su mamá quién agrega ingredientes al piloy molido, seguramente el piloy fue
puesto sobre la brasa en recipiente en la noche anterior, porque casi estaba
listo. Sin tiempo para consultar, toma un jarro de barro le hecha agua y coloca
sobre el fuego, dejando hervir el agua, simultáneamente coloca el comal sobre
el fuego, al lado del jarro. Con el agua hervida hecha el maíz molido, lo revuelve
por un instante, hasta distribuirlo uniformemente, para dejarlo hervir por un
rato, luego empieza a elaborar las tortillas con la masa de maíz, que los
coloca sobre el comal caliente, volteando las tortillas hasta obtener el cocido
ideal, casi al mismo tiempo, termina de elaborar las tortillas necesarias para
la familia y el atol cocido.
Cuando estaba colocando las
tortillas en las servilletas de lana, escucha el sonido de la carga de leña que
su papá tira al suelo, rápidamente vierte atol en un vaso y se lo lleva a su
papá, quién se encontraba desatando el lazo que sujeta su carga, sudando y cansado.
Pero, al ver a su hija se reconforta con el buen trato y el atol recién
cocinado.
…
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