Noelia y Naomi

 

Noelia y Naomi

No había encontrado el camino, pero llego el destino.

 

Esta historia, pueda que no tenga un final o pueda ser el inicio de otra historia, pero la quiero compartir, con el ideal de aprender y reflexionar sobre cada detalle de esta realidad, que cada día nos sorprende sus misterios, mientras seguimos navegando en ideologías que tratan de explicar la realidad, sin saber en qué vamos a terminar.

Acá son dos acompañantes, en un mismo tiempo, aunque son simbolismos de féminas, porque acompañaran mi andar, sin saber quién de las dos me dará más emociones y si al final podre terminar con las dos, porque la vida nos enseña a vivir un día a la vez, el mañana no sabemos, solo lo que suponemos vivir hoy.

Noelia y Naomi, ambas estaban en mis andares, sin ser confirmadas, hasta que Noelia se fue acercando desde la primera luna del año veinte, estaba bien activa, dando señales de estar interesada en mis ideas, buscando llamar mi atención, pero lo que ignoraba que siempre hago las cosas voluntariamente, siempre de esa forma, aunque termine perdiendo, lastimado y afectando a otras personas, conforme avanzaron los vientos, había un aroma de compromiso entre Noelia y yo, sin que fuera mi prioridad, llegando a la décima luna, unos días de sol, llegaron los rumores de los cuatro vientos que deseaban estar en primera fila, para cortejar a la exigente Noelia, pero yo, tenía mis dudas, el precio era muy alto, sacrificar mis sueños, por estar en un camino desconocido y sin claridad de beneficios. Y llego el día, había una sensación de incertidumbre, hasta que llego el mensajero, indicando que era el segundo de diecisiete almas, responsables de cortejar a Noelia durante muchas lunas, esperando sobrevivir entre sus alegrías y tristezas. La noticia me hizo sentir miedo, pero tenía que asumir ese reto, sabiendo que el precio es muy alto y de consecuencias inmedibles. Para asumir el reto, me fui en rosales de Noelia, donde estaban todos sus jardineros, quienes estaban al pendiente, si aceptaba o no, pero en mi corazón ya estaba decidido, aunque la razón me decía que era una tarea complicada. Llegando a la parte alta del jardín, me pasaron una semilla de rosal, que simbolizaba recibir tan alto honor y con nervios, manifesté aceptar, recibiendo los aplausos de los jardineros.

Entre las lágrimas de las hojas de los árboles y la alegría de las aves, nos presentamos los diecisiete frente a los jardineros, y luego vimos a otros diecisiete que estaban al lado de Noelia, una escena que me dejo intrigado, acaso nadie pudo quedarse eternamente con ella o somos piezas de sus caprichos, pero que más daba, mis interrogantes, no había marcha atrás. Desde lo alto una voz nos indico que antes de iniciar el camino, teníamos que prepararnos durante varias lunas, para conocer los gustos de Noelia y con ello mantenerla contenta.

Al finalizar nuestra presentación, un mi corazón se plasmo una duda, acaso el hombre no puede disponer de su suerte y trazar su propio destino, o existen hombres destinado a cumplir una misión, en beneficio de la libertad de otros. Nuestros caminos se escriben sobre las huellas de otros, y solo aquel que logra ver atrás, aprende a ver mejor por delante.

La vida realiza los ajustes necesarios, antes de iniciar una tarea, nada es perfecto al inicio, solo para enseñarnos que todo puede cambiar, solo el sabio entiende que todo lo que sucede es para su bien.

En nuestro primer encuentro, los diecisiete nos presentamos, pero había algunos que fueron electos, optaron por delegar sus responsabilidades en otros, buscando mantener la ruta de su destino, dejando a otros escribir una historia que les correspondía. En aquel encuentro, había una sensación de incertidumbre, porque no hay quien pueda decir lo que depara el futuro, aunque algunos se basan en el pasado, para argumentar el futuro, sin embargo, el pasado es una referencia, más no una norma, porque en los jardines todo cambia, pequeños detalles quizás, pero ejercen un impacto en el quehacer diario.

Lo que si puedo enmarcar, que ha podido más el castigo para dominar al disciplina que la propia voluntad, una forma difícil de entender la convivencia, es como un amor a la fuerza, aunque en esta historia, nadie eligió con quien andar, quedando a responsabilidad de cada quien acostumbrarse, sin que fuera una obligación adaptarse eternamente, porque cada quien decidirá vivir la experiencia curioseando la inmensidad del jardín o solo quedarse en el puesto que le corresponde, mientras que pase el tiempo y retirarse, aunque en ambas posiciones se vivirán alegrías y tristezas.




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