MIS AMORES
MIS AMORES
No amaba la
lluvia, porque limpiada mis alegrías de infancia, más aún no quería que
llegaran las noches, porque me regresaban a mis temores, pero permitía
acompañar a mi padre, caminando entre las milpas, por las veredas de mis
amores, si de mis amores, de aquellos que guardo en mi alma, con la vergüenza
que acompaña contarla en estos tiempos, mis nietos les parecería una locura.
Seguramente
usted estimado lector, se preguntará de que amores hablo, me refiero aquellos
amores del alma, aquellos que hacen llorar sin que fuera su culpa, aquellos
amores que se escriben en el pecho, aquellos amores que enseñan el dolor,
aquellos amores que se disfrutan en silencio, aquellos amores que se conquistan
con flores y visitas diarias, aquellos amores que se ganan a golpes con los
vecinos, aquellos vecinos que se ganan comprando a los hermanos. Aquellos
amores que no se entienden en estos tiempos, porque se vive de las apariencias
y de las emociones momentáneas, donde se desechas las promesas con palabras
falsas, porque importa rosar la piel que devorar el alma, estos tiempos que se
guarda adentro las lágrimas que hacen brotar los sueños, manteniendo la sonrisa
fija, aunque por dentro el alma grita de tristeza.
Mis contemporáneos
y los que se han ido de acá, seguramente me entenderán. A pesar de todo, debo
escribir sobre esos amores que aún atormentan mis días. Recuerdo, aquellos días
cuando escribías sus nombres en pedazos de papel, las dejaba caer al cielo,
esperando que una estrella abrace una de ellas, como una señal de mi destino,
sin embargo, había un nombre que anhelaba mi corazón que fuera la abrazada por
una estrella, pero caía el nombre equivocado, aunque soplaba con mis enojos,
como si fuera un secreto de los dioses ¿para qué debo jugar a la lotería, si ya
definí el premio de mis anhelos? Extensas noches jugando a la suerte, sin tener
el premio anhelado, hasta que me harte de jugar a la vida, mejor opte por
dejarme llevar por los vientos, aunque creo que sea más por el tiempo que por
mi entendimiento el cambio de actitud, es decir, enfrentar la realidad, no hay
amores a la suerte, solo momentos para disfrutar lo que llega.
Un día
entro en mis ojos, la codicia, sentado en mi aula de adobe, pintado con cal y
sostenido con madera, vi las sensaciones de la felicidad ¿por qué será que
siempre pensé que la felicidad estaba afuera de mí y que alguien las traía para
mí? Vi de pronto, los destellos de la belleza, aquella niña a punto de llegar a
ser su majestad ante mis ojos de niño iluso, el momento fue emocionante, los
días se convirtieron en una primavera, hasta que llego el invierno de los días,
porque lo que brilla tarde o temprano se apaga, aunque la terquedad del alma,
exige que siempre fuera eterno la felicidad, sin embargo, sin invierno no hay
verano, pero esas ¿por qué habré aprendido a sufrir en mis adentros, culpando a
otros de mis malestares?.
Tantas
lunas llorando, imaginando ser mago, arrodillando pidiendo una de tus cartas de
amor, creyendo que el amor nace en dos, pero que va, el amor solo tortura al
más débil, al iluso, al que cree que el amor se construye con detalles, con
sentimientos y con buenas intenciones. Recuerdo haber escrito muchas letras,
exagerando mis delirios, mis trágicas desdichas de niño, rogando que la suerte
de tu mirado brillará al verme. Un día
la torpeza de mí corazón, si fijo en lo
imposible, en el amor de otro, en aquella que ama estar con tu compañía, pero
adora las caricias de otros, entre sus lamentaciones necesita de alguien que la
escuche, alguien que la vea llorar, mientras sonríe en otros veranos, alguien
que le cure las heridas, para volver a estar con su asesino emocional, hasta
que se acostumbre y abandona las bondades el paz ¿será que el dolor es nuestra
felicidad?, así fue como inicio las desdichas de mi amores, que hoy son las
razones de mi deseo por escribir, buscando liberar mi alma, mientras que a
muchos lectores les dará gracia, mis desdichas infantiles, así fue. Les contaré…
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