Mi realidad interior, distinta a mi realidad exterior.
Mi realidad interior, distinta
a mi realidad exterior.
Los números que son piezas,
para calcular los años, que tengo para explorar mis fortalezas y debilidades,
en medio de tantas distracciones, que son creadas, para alejarme de mi propósito
de vida. Puedo engañar a todos con una sonrisa o con palabras de optimismo, pero, no puedo
engañarme, sabiendo que estoy angustiado y desesperado. Porque el viento, sopla
más fuerte, que mi paz.
Me distraigo con facilidad, mi
cuerpo es más fuerte, que mis sueños. Dedico mis años, admirando el éxito de
otros hombres, solo para calmar mi ansiedad de trabajo. Busco en el
conocimiento y la motivación, un justificación de mi mediocridad. Buscando un poco
de aprecio y admiración, por un destello de creatividad. Justificando que
siempre falta algo, para iniciar mi camino hacia la perfección. Cuando en
realidad se cuenta con todo, para iniciar.
Busco en mi debilidad, la
razón por la cual, busco agradar a los demás, sabiendo que no es posible
agradar, si se desea ayudar a las personas. He hecho más daño con mis halagos,
que con las correcciones, que se emiten de mi boca. Ya que el camino a la
perfección empieza con decir y practicar la verdad. Pero, yo, camino como fantasma,
construyendo sueños, a través de ladrillos de mentiras e ilusiones. Escondiendo
mi falta de felicidad, vendiendo felicidad a otros, quienes suponen que soy
feliz, haciendo lo que les digo. Sin tomarse, la molestia de investigar, si soy
mis propias palabras.
Aunque he logrado sobrevivir,
en estos días, tengo que reconocer que no he sido feliz, porque he guardado las
letras que tengo que escribir, no he esculpido el cuerpo que debo de tener, he
desarrollado una mente distraída, en asuntos efímeros, obviando mi
responsabilidad, por haber recibido mucho y ofrecer muy poco. Porque me habré
acostumbrado a sobrevivir, a mendigar un poco de cariño, a recibir migajas de
riquezas. Solo porque no tengo el valor, para ser quien soy realmente, en esta
vida.
Nadie tiene la culpa, por mi
desgracia y desesperación en la vida, soy el responsable de mi lenta
transición, alejándome de mi propósito.
Reconocer mí angustia, es mi
propia cárcel y tormento, aunque he hecho de mi familia, mis guardias de
prisión, quienes me alimentan y observan mi angustiosa existencia. Me pregunto ¿Qué
culpa tienen ellos, para soportar a un encarcelado de espíritu? Si lo que
tienen que hacer, es enviarme a otra prisión, para dejar de ser un mantenido
emocional. Porque no tiene beneficio, reconocer las faltas. Las lágrimas de
arrepentimiento, son como gotas de agua en el desierto, si no se acompaña con
una acción.
Nadie tiene la responsabilidad
de levantar mi espíritu, nadie tiene la responsabilidad de cargar mi espíritu.
Un momento, para decir, ¿Cuál es
la actitud o la acción para tomar? Si me responsabilizo y dejo los pretextos
por mi propia debilidad y mediocridad. Tengo el valor, para solucionar mis propios
problemas, asumiendo una disciplina y no esperando menos que la Excelencia, el
camino hacia la perfección, se reiniciará, para encontrar pronto a mi padre,
que anhela nuestra ayuda, para seguir haciendo el cielo, un lugar para la
hombres que buscan la perfección, haciendo una vida excelencia acá en la
tierra.
O terminar, en el cementerio,
donde abunda la mayor riqueza de la humanidad, una riqueza que jamás fue
utilizada y aplicada, para el bienestar
personal y la humanidad. Con el castigo de no ver a mi padre. Solo porque tuve
miedo a ser quien soy. Yo soy Yo
Martin Toc
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