¡Aprender a sentir!


¡Aprender a sentir!


Desperté entre esperanzas,
exhalando el aire de la felicidad,
abrazado por adobes de barro,
inspirado por el sonido del infinito,
tecleando la música del cielo,
sobre las tejas de barro,
sostenidas en pilares de ciprés,
substrayendo lágrimas de felicidad de las nubes,
abriendo puerta a la luz del sol.


Favorable he de ser,
 entre tantas vidas,
 ser recibido entre las emociones de mis padres,
ambos jóvenes, sin experiencia y conocimiento.
Pero, con la dulzura de aceptarme, como sangre de su sangre,
el ideal para ellos,
declarando palabras de bienestar,
 por un futuro admirable,
consumiendo una vida entre humildad y esfuerzo.


El tiempo de mi existencia,
empezó entre manzanales,
deleitando las variedades en colores, sabores y tamaños de una misma especie de fruta, sonriendo a la esencia de la vida,
 con la virtud de apreciar el milagros de la existencia,
descansando en la espalda de mi madre,
sostenido en los brazos de los hilos multicolores,
rozando la brisa del frio de la mañana,
marchando entre las hojas de milpa,
tocando los  rayos del sol,
mientras el olor de la tierra,
despierta mi pasión por vivir.


Existe un primer sábado,
cuando los abuelos se reúnen,
para rajar la madera con sudor,
cubriendo la raja de leña,
con el combustible de la FE,
para prender  la energía del día,
capaz de evaporar el agua,
mezclado con plantas,
dibujando el aroma del supremo,
elixir para el eliminar las dudas, las tristezas y los dolores,
liberando un alma virtuosa,

capaz de ver los milagros de la vida. 




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